fuente: http://www.tigredelosrios.com.ar
Surubí
"El señor de las noches"
El Toro del río, es junto al dorado el pez que aglutina la mayores pasiones de los pescadores deportivos en la gran cuenca del Paraná.
Súmamente agresivo, se alimenta de otros peces especialmente sábalos y bogas pero también de otras especies como los crustáceos. En el país habitan en los ríos Paraguay, Paraná , Bermejo y de La Plata. También se extienden fuera de él en el Pantanal y la cuenca amazónica.
Es un pez de cuerpo largo, cilíndrico y de escasa altura, con cabeza grande y deprimida. Su hocico es de contorno rectangular, boca grande en posición terminal, ojos pequeños supero laterales en la mitad de la cabeza, las barbillas maxilares llegan a los tres cuartos de la cabeza.
Aleta dorsal corta, adiposa pequeña. Anal algo más corta que la dorsal y más alta que larga. Aleta caudal escotada con lóbulos iguales.
El color del cuerpo es amarillo parduzco claro, casi blanco en el vientre. Presenta manchas oscuras en el cuerpo y las aletas que se van alargando hacia atrás hasta transformarse en pequeñas barras, especialmente en el flanco.
Es una especie migradora y se lo encuentra en el cauce mayor del río y en profundidades máximas.
Por la noches – su momento de mayor actividad- suele acercarse a las desembocaduras de lagunas y riachos secundarios e incluso introducirse en ellos si sus habituales presas están ingresando a los afluentes. Habita en zonas donde la correntada no es extrema, prefiere las calles o corredores con vegetaciones tupidas donde puede acechar a sus presas, como así también los "veriles", como se conoce la zonas próximas a los grandes desniveles que presenta el fondo de los ríos. Para obtener su comida espera las horas del alba o del anochecer y lo hace al acecho.
Dos especies reciben el nombre de surubí.
La primera de ellas lleva como nombre científico Pseudoplatystoma coruscans, también identificada popularmente como surubí manchado o pintado, mangrullo, carapary, etc.
Es un pez de cuerpo moteado, con manchas que se hacen más largas hacia la parte posterior de los flancos, donde se convierten en barras. Las dimensiones de esta especie son notables; se registraron ejemplares de un metro y medio aunque se mencionan casos de largos muy superiores; las medidas promedio consignadas en el Paraná por la Dirección de Recursos Naturales fueron: para los machos, 1,30 metros de largo y 43 kilos de peso, mientras que en las hembras la longitud es de 1,50 metros, con un peso de 50,50 kilos.
La otra especie, también conocida como surubí atigrado, pirambucú o piracambucú (P. Fasciatum) es también de gran tamaño y aunque no llega a los portes del manchado, demuestra un mayor grado de combatividad al momento de tenerlo del otro lado la caña.
Tiene aspecto general similar al de su congénere, pero es mas escaso numéricam ente. Vive en los cursos medios de los ríos Paraná y Uruguay y por el resto de Sudamérica llega hasta Venezuela y las Guayanas.
A lo largo del Paraná su pesca se realiza fundamentalmente con carnada viva ,al garete o a la espera o en la modalidad de trolling, con la embarcación navegando río abajo para procurar que los señuelos profundicen al máximo. La técnica del trolling se practica mayoritariamente en los pesqueros del alto Paraná y es la que permite capturar los ejemplares mayores de la especie.
Aunque no esta muy popularizada su pesca en la modalidad spinning y fly, el surubí toma señuelos e incluso moscas especialmente si se trata de ejemplares medianos (cachorros), que son mas ágiles que los mayores al momento de la caza.
Volviendo a la técnica del trolling existe una gran controversia todavía no saldada respecto al motivo por el que muchos ejemplares vienen prendidos de la cola. Según una versión, el surubí caza golpeando a su presa por la cola para atontarla y luego consumirla. Otra versión argumenta que lo que ocurre , es que los peces están mimetizados e inmóviles en el lecho del río y sencillamente se los “roba” del agua. Sin tomar partido por ninguno de los argumentos, es llamativo que nunca se ha notificado haber capturado a un surubí por la cola o el lomo cuando se lo pesca con carnada viva.
E l pique del surubí es un verdadero desafío a la paciencia del pescador, primero porque como dicen los guías avezados al surubí hay que saberlo “esperar”, luego si logramos tentarlo, su manera sigilosa de ir tomando la carnada topeteándola por un tiempo antes de introducírsela en la boca para apretarla contra su paladar implican un desafío para la templanza del pescador que si pierde la paciencia e intenta clavarlo antes de tiempo, lo mas probable es que sencillamente le saque la carnada de la boca a la pieza.
La clavada se tiene que dar sólo cuando el pez, luego de esos momentos de cabildeos, produce una llevada firme . Ahí si, si tenemos la suerte de clavarlo, su potencia hará que muchas veces tengamos que ceder varios metros de nylon, un momento mágico para el pescador.
Incluso en algunas ocasiones al no poder detenerlo nos veremos obligados a soltar la lancha e ir tras él para poder atraparlo.
Las carnadas mas tentadoras son las grandes morenas (mamachas), anguilas y tarangas.
Surubí, amo y señor de las noches, coloso de las penunbras. Un contendiente maravilloso que nos desafía cuando los mágicos colores y sonidos del crepúsculo comienzan a seducir nuestros sentidos.
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